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Foto del escritorLa Monareta

Alejandra, una mujer forjada al fuego!

Actualizado: 23 may 2023

Una de las pocas mujeres soldadoras en la región nos comparte lo que define como la mejor herencia que pudo recibir de su amado padre; aprender y amar este oficio


Cuando alguien le dijo "India de taller" creyendo que sería una ofensa, no imaginó lo que despertaría en Alejandra. Es como si estas palabras fueran en adelante un aliciente para levantarse cada mañana, vestir su overol, usar botas, guantes y careta con tanto orgullo que cuando les tiene puestos se siente realmente poderosa al punto que puede olvidar cualquier dolor, preocupación o miedo de los cuales no ha estado excenta en su corta vida.


Alejandra tiene un poco más de 20 años, sin embargo, cuando narra sus múltiples experiencias es dificil dimensionar cuanto tiempo se necesita para vivir tantas etapas que relata con algo de nostalgia pero como verdaderas lecciones aprendidas que la convierten en una mujer muy segura, especial y auténtica, cuya historia merece ser compartida.

Desde su niñez, fue muy cercana al taller de su padre, quien como muchos en su gremio se encarga de atender la demanda agropecuaria en ornamentación y soldadura de la Provincia de Ubaté generando ingresos para el sustento de su familia conformada por 7 personas; sus padres, cuatro hermanos y ella, quien vivió la mayor parte de su infancia en la parte posterior del mismo lugar donde se realizaban estas labores, expuesta a la polución y jugando con algunas herramientas que sin saberlo serían su destino; inconcebible en ese entonces para una mujer.

Algo que considera hace especial el esfuerzo de don Luis quien le dio la vida, es que él lleva mas de 20 años padeciendo insuficiencia renal que lo somete a un procedimiento de diálisis con varios efectos secundarios, sin dejar de lado sus responsabilidades asegurando el bienestar de su esposa e hijos trabajando sin parar y de manera incansable en este emprendimiento.



Su madre quien también ha sido ejemplo de tenacidad y trabajo arduo, ejercía fuera de las labores del hogar, como encargada de un emprendimiento de alimentos donde Alejandra y sus hermanas le apoyaron durante la secundaria. Esto les permitió mudarse a una vivienda aislada del taller por seguridad y salud de don Luis quien había logrado beneficiarse de un trasplante de riñón. Además, en esos años Alejandra gracias al deporte conoció diversas ciudades, culturas y adquirió la madurez suficiente para enfrentarse a su siguiente etapa, puesto que con tan solo 16 años terminó su bachillerato y como la universidad no era una opción, debía iniciar su vida laboral. Ante la falta de oportunidades por ser menor de edad, hizo su primer acercamiento formal como ayudante en el taller alcanzando materiales, realizando labores de limpieza y atendiendo al público, enfrentándose por primera vez a la discriminación y barreras impuestas por los propios clientes quienes consideraban que una mujer en el negocio le restaba credibilidad. Motivo por el cual se retiró y enfocó en otros campos desempeñándose como mesera, aseadora y cajera en supermercados de cadena sin encontrar algo que realmente le hiciera sentir plena, por lo cual empezó a usar su tiempo libre para prácticar a puerta cerrada en el taller con material sobrante o chatarra, aprendiendo metodologías nuevas y perfeccionando su técnica al punto que logró hacer algunos trabajos independientes y ahorrar para inscribirse a la universidad siguiendo las recomendaciones de su padre quien no estaba de acuerdo en que se quedara en este medio con la afirmación que para ella sería "más fácil conseguir el dinero con un esfero que con un martillo machacándose los dedos". A continuación una imagen de su primer producto terminado:



Luego de iniciar una licenciatura en matemáticas, conoció a su primer amor de adultez quien traería una de las principales enseñanzas en su vida. Dejó sus estudios, experimentó maltrato físico y psicológico, se aisló de amistades, familia y permitió numerosas infidelidades hasta tocar fondo y creer que su vida no tendría sentido. Sin poder alejarse de su victimario, pasó los mejores años de su vida lejos de su mundo y de sus sueños, hasta que las mismas circunstancias la obligaron a regresar a casa de sus padres y buscar un salvavidas encerrada en el mismo taller donde había hecho sus primeros pasos como soldadora. De ahí recalca que el amor propio es el arma principal de una mujer y debe ser lo primero que cultivemos en las niñas y adolecentes.

Otro factor que trajo redención a su vida fue conocer el amor de los animales a quienes ahora considera más confiables que los humanos. Felicia su perrita, fue encontrada en un bote de basura junto a sus dos hermanos también cachorros que lamentablemente no sobrevivieron. Junto a ella aprendió el valor de la responsabilidad, amor incondicional y la indescriptible sensación de salvar una vida. Así entendió su propósito y ahora además de apoyar rescates y combatir el maltrato, trabaja muy fuerte para en un futuro no muy lejano, conseguir un vehículo y su casa propia con un lugar adecuado donde pueda refugiar y brindar bienestar a los perros y gatos abandonados.



A partir de entonces, y apesar de continuar percibiendo la discriminación por parte de las personas que la confundían con un "chico" por su cabello recogido y elementos de protección anchos y untados de grasa, retomó su proceso de formación empírico en soldadura, incursionando en nuevas técnicas y poco convencionales, innovando con artículos que no se consiguen fácilmente en el mercado logrando respeto y credibilidad en el sector. Pero vino otro desafío que truncó sus planes; el Covid 19 les obligó a cerrar y enfrentar la recesión económica cuando además había logrado independizarse de nuevo. Esto sumado a la lamentable pérdida del riñón transplantado a su padre por falta de medicamentos durante la pandemia que generó la crisis de abastecimiento mundial. No obstante, su espiritu emprendedor le permitió salir adelante elaborando dispensadores de gel antibacterial, potenciando sus habilidades para el dibujo personalizando prendas de vestir y comercializando materas y articulos decorativos pintados a mano.


Actualmente Alejandra mantiene la actividad de soldadura como su principal fuente de ingresos, motiva a otras mujeres a participar en estos campos historicamente masculinizados a través de redes sociales donde no teme exponer sus ideales, originalidad e irreverencia, evidenciando como según sus propias palabras "las mujeres no tenemos límites, somos capaces de ejecutar lo que imaginemos y más".

Una lección que quiere compartir viajando por el mundo, es que la feminidad no se mide por las prendas que usemos, maquillaje y/o cuidado de nuestras uñas y cabello, sino por la capacidad de brindar siempre una sonrisa y amor apesar de las dificultades. Así mismo, resalta de nuevo que la herencia mas valiosa que pudo recibir de su padre a quien hace honor con esta historia, fue aprender el oficio que la hace sentir tan orgullosa, ser una grandiosa soldadora.



Gracias por leer y compartir estas historias de mujeres emprendedoras que son claro ejemplo de todo lo que hay detrás de cada iniciativa de negocio: Familias, sueños, ilusiones!


Puedes seguir a Alejandra en sus redes sociales


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